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Según Nicolás Fontana (2016), la expresión «La unión hace la fuerza» viene del latín «Concordia res parvae crescunt», que significa «las cosas pequeñas florecen en la concordia» y aparecía en el capítulo 10 de la «Bellum Iugurthinum» de Salustio.
Pero, cuestiones históricas a un lado, el proverbio ha pasado a formar parte de la cultura colectiva y se ha integrado en nuestros diálogos cotidianos en múltiples situaciones. El Instituto Cervantes explica así el proverbio: «contando con la colaboración y solidaridad de muchas personas, ya sean fuertes o en apariencia débiles, se pueden alcanzar el éxito, vencer a cualquier rival o salir airoso de una situación difícil».
Una definición que le va como anillo al dedo al emprendimiento cooperativo, un modelo de emprendimiento basado en la filosofía social de la cooperativa.
¿Qué te vas a encontrar?
- Empresa, Emprendimiento y Beneficio Social
- ¿Por qué elegir el modelo cooperativo?
- Siete principios capitales
- ¿De dónde viene todo esto?
- Algunos números
- Tipos de cooperativa
- Cooperativas que van sobre ruedas
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Tantas veces pensamos el emprendimiento como algo asociado a la idea de startup, que se nos olvida que, más allá de la empresa, el emprendimiento es una capacidad propia del ser humano, en su generalidad. Como referencia tenemos el marco europeo EntreComp para pensar el emprendimiento más allá de cualquier actividad económica, como una competencia que forma parte de nuestras vidas y que puede aparecer en cualquier momento para generar cambio, soluciones e innovación para beneficio de la sociedad.
El modelo de emprendimiento cooperativo reproduce muy bien esta idea, pues coloca a las personas en el centro de la actividad y es capaz de aglutinar múltiples perfiles que quizá, de otro modo, nunca se hubieran planteado la posibilidad de iniciar un proyecto comercial. ¿Por qué? Porque se basa, precisamente, en la participación y en el desarrollo colectivo, de modo que se produce un reparto equilibrado, tanto de los aspectos positivos como negativos de lo que supone emprender. Y esto da lugar a unas bases estables que favorecen que toda persona pueda poner en marcha proyectos e ideas que, de forma individual, tendrían un despegue mucho más complicado y un vuelo turbulento susceptible de acabar en aterrizaje forzoso, si no se cuenta con los medios necesarios para llevarlo a cabo.
¿Por qué elegir el modelo cooperativo?
De acuerdo con el Ministerio de Trabajo y Economía Social, una cooperativa «es una sociedad constituida por personas que se asocian, en régimen de libre adhesión y baja voluntaria, para la realización de actividades empresariales encaminadas a satisfacer sus necesidades y aspiraciones económicas y sociales, con estructura y funcionamiento democrático».
Las cooperativas forman parte de lo que se denomina “Economía social”, que busca el desarrollo económico desde unos criterios de equidad y sostenibilidad social, gracias a su funcionamiento participativo y compartido entre los miembros.
Según la Federación Valenciana de Empresas Cooperativas y de Trabajo Asociado (FEVECTA), el hecho de colocar a las personas como centro de la actividad empresarial ofrece una serie de ventajas frente a la empresa tradicional:
- Es una fórmula de empleo estable: la participación de los socios da lugar a un apoyo mutuo que puede contribuir al desarrollo del trabajo en las mejores condiciones posibles.
- La empresa cooperativa sigue una estructura de organización democrática: cada persona tiene voto y las decisiones se toman en común, de modo que el valor de las personas y de su trabajo están por encima del capital aportado o reportado.
- Los trabajadores y consumidores socios de la cooperativa son propietarios y gestores: por lo que existe una mayor identificación y motivación por el desarrollo de la empresa, al tratarse de algo propio.
Se trata de una fórmula empresarial en expansión que ofrece a los emprendedores una gran oportunidad para abrirse camino en el mercado laboral.
Siete principios capitales
El movimiento cooperativo se basa en unos valores de participación y democracia en torno al trabajo y a las personas que participan del proceso de mercado. Como movimiento global, el cooperativo cuenta con unas directrices encaminadas a cumplir con los valores propuestos.
¿De dónde viene todo esto?
El emprendimiento cooperativo no es algo nuevo y, aunque en muchas ocasiones tendemos a asociar empresa cooperativa con sectores primarios de producción, lo cierto es que la cooperativa ocupa mucho más espacio y, de acuerdo con la Confederación Internacional de Cooperativas (ICA, por sus siglas en inglés), «más del 12 % de la población mundial es cooperativista de las 3 millones de cooperativas que existen en el mundo» en multitud de sectores diferentes.
Según la ICA, el origen del movimiento cooperativo se sitúa en 1844, cuando 28 artesanos de las fábricas de algodón de Rochdale, en el norte de Inglaterra, se organizaron en la Sociedad Equitativa de los Pioneros de Rochdale, con el objetivo de juntar recursos materiales, humanos y económicos para hacer frente a la situación de precariedad en la que vivían los trabajadores de las fábricas de algodón, que no les permitía acceder a los bienes básicos de consumo doméstico y alimenticio.
Como resultado, los pioneros se organizaron para aprovechar las provisiones y alimentos de mala calidad, descartados o excedentes, que consumían y vendían a un precio inferior para generar beneficio económico a repartir entre los socios de la cooperativa. Por otra parte, consideraron al consumidor como un elemento partícipe del proceso comercial que, como tal, debía contar con unos derechos y recibir un beneficio. Así pues, el consumidor recibiría una retribución correspondiente a su aportación a la cooperativa y debía poder participar en las decisiones del negocio, conforme a unas bases de funcionamiento democrático.
Al principio, el negocio se centraba en cuatro productos principales: harina, avena, azúcar y mantequilla; y abría dos tardes a la semana pero, poco tiempo después, había tenido tal calado y éxito entre la comunidad, que pasó a abrir todos los días de labor. Desde entonces, el modelo ha crecido y se ha expandido hacia diferentes sectores y países alrededor de todo el mundo.
Sin ir más lejos, en nuestro país contamos con el ejemplo del Grupo Mondragón, que representa uno de los mayores exponentes del movimiento cooperativo a nivel internacional. En la actualidad, Mondragón es un proyecto empresarial complejo que aglutina 96 empresas cooperativas en torno a las áreas de finanzas, industria, distribución y conocimiento, en las que participan más de 81.000 personas y 14 centros de I+D.
En 1955, José María de Arizmendiarrieta animaba a un grupo de jóvenes a abandonar sus trabajos en las fábricas para poner en marcha su propia empresa, basada en fundamentos democráticos desde el punto de vista de los trabajadores. Un año más tarde nacía ULGOR, cuya denominación surgía a partir del nombre de sus cinco fundadores (Luis Usatorre, Jesús Larrañaga, Alfonso Gorroñogoitia, José María Ormaechea y Javier Ortubay) y que, a través de los años, evolucionaría hasta lo que actualmente es la Corporación Mondragón, primer grupo empresarial en el País vasco y décimo a nivel nacional, del que forman parte grandes firmas como FAGOR, EROSKI y LABORAL KUTXA.
Algunos números
De acuerdo con los datos proporcionados por la Confederación Empresarial Española de la Economía Social (CEPES) en 2019 existían en nuestro país 43.192 entidades de economía social, de las cuales 18.635 eran cooperativas que agrupaban a 314.119 trabajadores, sobre todo en el sector servicios.
Además, según informe del Ministerio de Trabajo y Economía Social, en 2020 se constituyeron en España 1.364 nuevas sociedades cooperativas y 4.610 socios iniciales con Andalucía (398), Cataluña (149), la Comunidad Valenciana (163), Murcia (127) y el País Vasco (138) a la cabeza en creación de empresas bajo este régimen.
Tipos de cooperativa
La denominación de cooperativa se refiere, esencialmente, al esquema organizativo de una empresa y la relación que ésta guarda con sus integrantes, de modo que toda idea o proyecto, dentro de cualquier sector de producción, puede ponerse en marcha desde la dinámica de este tipo de sociedades. Dicho esto, sí se distinguen varios tipos de cooperativa en base a la naturaleza de la actividad que ponen en marcha y, según esto, en la Ley 27/1999, de 16 de julio, de cooperativas, se distinguen trece modelos de cooperativa:
Cooperativas que van sobre ruedas
En los últimos meses, el modelo cooperativo ha sido la alternativa que el colectivo de Riders, o mensajeros en bicicleta, ha puesto en práctica para hacer frente a la situación que vienen denunciando desde hace tiempo ante las grandes compañías de mensajería y de reparto.
El modelo ha permitido al colectivo organizarse de forma autónoma, con unas bases laborales justas y desde la sostenibilidad, con actuación a nivel local. Y parece que está teniendo éxito, pues cada vez surgen más firmas de reparto bajo el sello cooperativo, en diferentes puntos de nuestra geografía. Es el caso de Mensakas, en Barcelona; Rodant, en Valencia; la Pájara, en Madrid; Eraman, en Vitoria-Gasteiz; o Zámpate Zaragoza, en Zaragoza.
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