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Cómo lanzar un MVP al mercado a precio de risa

[vc_row][vc_column][vc_empty_space][vc_column_text]El MVP o mínimo producto viable en su traducción al castellano, es un concepto que fue acuñado en 2001 por Frank Robinson y popularizado mundialmente a través del método Lean startup de Eric Ries a partir de 2011. Es el resultado del desarrollo paralelo de producto y cliente, lo que Robinson llamó desarrollo sincronizado.

En palabras de Robinson, el MVP es aquel producto del tamaño adecuado para tu compañía y tu cliente. Es un desarrollo de producto lo suficientemente grande como para provocar que la gente lo adopte, lo use y esté dispuesto a pagarlo. Pero no es tan grande como para suponer un riesgo demasiado costoso. 

Contado así puede parecer algo muy abstracto, pero lo cierto es que este concepto fue tomado y desarrollado por Ries en la construcción del método Lean Startup. Y el objetivo de este método es ni más ni menos que construir modelos de negocio de éxito. Por tanto, el MVP se convierte en un paso intermedio para verificar el interés del mercado en tu modelo de negocio.

Pero antes de entrar en materia y analizar cómo puedes llegar al mercado con un producto mínimo y no arruinarte por el camino, necesitamos ir hacia atrás en la historia para entender en qué consiste realmente la fuerza de este concepto. 

Advertencia: El objeto de este artículo no es entrar en materia de desarrollo de MVPS sino entender que a través de una estrategia adecuada, un mínimo producto viable (que no es tu producto final) puede lanzarse al mercado y ayudarnos a crear el producto definitivo.

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¿Qué te vas a encontrar? 

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El MVP en Lean startup

Eric Ries se ha hecho mundialmente famoso gracias a su método y lo enseñan en las Escuelas de Negocio más prestigiosas del planeta. Grandes compañías, fundadas como pequeñas startups, se han hecho grandes, influenciadas por sus enseñanzas. Lo cierto es que si quieres emprender y fundar tu propia compañía, es un libro que debes leer al menos una vez.

Ries, ingeniero de profesión, era cofundador y jefe técnico de su propia startup, la red social IMVU. A pesar de que los datos parecían indicar que habían conseguido un crecimiento continuo, él se daba cuenta de que muchos de los esfuerzos que hacía el equipo de desarrollo no tenían impacto real en las métricas importantes de negocio. Realizaron cientos de tests de usuario para determinar por qué la app en la que trabajaban no acababa de ser el éxito que ellos habían previsto. 

Y la conclusión final a la que llegaron fue que el producto, tal como lo habían diseñado, no le gustaba al público objetivo. Las funcionalidades que ellos pensaban que serían inmediatamente virales y sobre las que sustentaban su modelo de negocio no interesaban. 

Sin embargo, se dieron cuenta de que otras funcionalidades secundarias, que no estaban plenamente desarrolladas aún, despertaban mucho más interés en el usuario. 

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Hipótesis y producto mínimo

¿Por qué no le gustaba el producto al usuario de IMVU? Básicamente, porque el equipo de desarrollo había imaginado una serie de hipótesis acerca del comportamiento del usuario, dando por hecho que se cumplirían sin más. Y lo cierto fue que se equivocaron, porque los usuarios estaban muy lejos de querer adoptar y menos aún pagar, por el uso de la app.

Al llegar al mercado, el equipo de IMVU se dio cuenta de que su app no gustaba a los usuarios que debían adoptar su uso en primer lugar (early adopters). 

 

IMVU

Ries reconoce que aquel primer choque con la realidad le hizo pensar que había fracasado porque había invertido infinitas horas de desarrollo en aquel producto. Pero fue tras sentir este fracaso inicial, cuando empezó el camino hacia el éxito tanto de la empresa como de su propio método. Entendió que se pueden crear productos fantásticos para uno mismo, pero que no tiene que ser necesariamente el producto ideal para los demás. Por tanto, si se desarrollaba una idea o hipótesis en torno a cómo se va a comportar un usuario frente a nuestro producto, deberíamos averiguar lo antes posible si estamos en lo cierto y sin arruinarnos por el camino con costosos y larguísimos procesos de desarrollo.

 

Por qué es útil un MVP

Como decíamos antes, el equipo de desarrollo de IMVU hizo cientos de tests. Se demostró la idea de que aquellas funcionalidades que se habían dejado a medio desarrollar y casi escondidas, llamaban la atención del usuario. Además, no se percibían como a medio hacer, sino que provocaban curiosidad inmediata. 

El equipo ideó infinidad de nuevas interacciones y las desarrolló sin llegar hasta la última capa de acabado. De esta manera, pudieron implementar en poco tiempo funcionalidades y obtener información y análisis a partir del comportamiento real de los usuarios con un análisis metódico.

Consiguieron varios hitos importantes que fueron decisivos para llegar a la construcción del método Lean Startup

  1. Consiguieron un ciclo de trabajo rápido en el que la idea se desarrollaba en su esquema principal, con lo mínimo para interactuar con el usuario. Esto les permitió destinar menos recursos internos, tiempo y presupuesto para saber si esas funcionalidades gustaban o no.
  2. Crearon un producto customer centric, al gusto del usuario, testeando en tiempo real y obteniendo un feedback super útil. 
  3. Trabajaron sobre una base segura y evitaron perder tiempo en crear desarrollos muy acabados que no gustaran al llegar al usuario. Lo que se desarrollaba hasta al final, estaba demostrado con el análisis previo. 

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Cómo aplicar el MVP a mi producto

Ahora que ya hemos analizado de manera general cómo se llegó a la idea de un MVP como forma rápida de llegar al mercado, pongamos algunos ejemplos más cercanos.

Lanzar un ecommerce

Imagina que quieres montar un ecommerce de ropa de niños para padres molones

La primera idea podría ser desarrollar el site por completo, crear la imagen corporativa y dirección de arte, buscar las marcas, tratar de cerrar acuerdos, etc 

Tu hipótesis será algo parecido a esto: “Si hago un site en el que hay ropa muy molona con imagen molona pensada para padres molones, venderé mis productos”. 

Problema: Seguramente, todo el proceso te llevará muchos miles de euros y un mínimo de entre tres y seis meses. Imagina que cuando llegas al mercado, tu web no está bien pensada para el usuario. La imagen y dirección de arte no acaba de llamar la atención de los padres molones en los anuncios. Y además, la ropa se percibe como demasiado cara con lo cual no hay ventas. 

Solución MVP: Puedes empezar por desarrollar un perfil de Instagram, donde hay muchos padres molones. Con un logo y tres o cuatro publicaciones bien diseñadas invierte algo de presupuesto en promocionar esos contenidos, segmentando a los usuarios objetivo. Testea el interés por distintos tipos de marcas y comprueba si tu comunicación engancha así lo suficiente o necesita mejoras. 

Mide el impacto de tu posible idea de negocio en poco tiempo, con presupuesto mínimo y con un valioso feedback de tus usuarios target en tiempo real. 

Lo más importante de trabajar con un MVP es extraer conocimiento directo de tu usuario en relación al producto con un desarrollo e inversión mínimos.

Lanzar una red social

Te encanta la pesca y quieres crear una red social con una app para pescadores. Diseñas las funcionalidades y necesitas un equipo técnico para llevar a cabo la idea. Contratas una empresa de desarrollo para que te la hagan con un importante desembolso económico y con un timing estimado de entre 4 y 5 meses.

Tu hipótesis es: “Tengo que lanzar este producto al mercado completamente desarrollado y los pescadores sabrán usar la app e interactuar con ella. También sabré hacer el marketing necesario para lanzarla al mercado y conseguir usuarios”

Problema: Cuando llega el momento de lanzar la red social al mercado, te das cuenta que no es tan fácil hacer mobile marketing, que no tienes ni siquiera un perfil de Instagram personal, que un community manager profesional es bastante caro… la idea de negocio, entre tanto, aún necesita miles de usuarios para empezar a monetizar mínimamente. Y los usuarios que entran no interactúan cómo esperabas con la app.

Solución MVP: Simplemente creando una landing bien construida puedes exponer la propuesta de valor de la red social, dando la opción al usuario de dejar su email para avisarle cuando esté lista. Si el usuario deja su email para que le avisemos cuando la plataforma esté online, se habrá validado que el target tiene interés en el producto

A través de email marketing, podemos iniciar una vía directa con el usuario para testear la comunicación, el interés, la participación y las herramientas que quiere ver en esa app de pesca.

Con promoción social media o bien con promoción SEM, puedes hacer campañas a bajo coste redireccionando a la landing. A la vez puedes ir creando una comunidad social media e ir fidelizando al usuario con contenido de valor.

Con esta opción, seguirás necesitando cierta inversión, pero al menos podrás validar la hipótesis de que los pescadores quieren tener una red social y usarla en sus días de pesca. Y lo más importante, sin arruinarnos por el camino ni perder un año hasta darnos cuenta de que tenemos que cambiar nuestro modelo de negocio. 

 

Lanzar un MVP no significa lanzar una chapuza

Si llegados a este punto piensas que lanzar un MVP de tu producto al mercado es lanzar una chapuza es que definitivamente no he conseguido que lo entiendas.

Como apuntábamos al principio, lanzar un MVP al mercado significa analizar qué podemos construir que el usuario quiera usar, tener o pagar por ello, sin necesidad de crear el producto hasta el final. 

En el primer ejemplo propuesto, vemos que podemos entender si el mercado necesita y está dispuesto a comprar moda online para niños y padres molones. Para extraer conclusiones y lanzarnos a desarrollar un ecommerce completo y todo lo que esto supone, crear un perfil de Instagram fue la clave para la emprendedora que llevó a cabo este proyecto. 

Verificar su MVP tuvo un coste aproximado de 1500€ en total. Por un lado, contrató los servicios de un diseñador y un experto digital para crear las campañas. Por otro lado, el presupuesto necesario para hacer publicidad en Instagram. El éxito de la campaña fue inmediato, generando en menos de una semana mil seguidores en Instagram y cientos de likes en cada foto que subía. El interés del mercado por el producto estaba demostrado. Y esto la animó a construir su negocio al detalle. 

La razón de ser de un MVP de tu producto es definir si merece la pena llegar a desarrollarlo por completo.

Instagram fotos

La idea de lanzar un MVP es un paso previo que pocos emprendedores se toman en serio realmente. Y la historia reciente está llena de ejemplos de MVPs que han conseguido poco tiempo después convertirse en casos de éxito. Pero en muchos casos, estamos tan convencidos de la validez de nuestra idea que nos lanzamos a desarrollarla y nos perdemos en el camino. Ten esto presente. Emprender no tiene por qué ser ruinoso. Estudia tu mercado, tu producto y tu comprador. Y define un paso intermedio en MVP para verificar que efectivamente, tu propuesta tiene validez en el mercado. Y cuando lo tengas claro, ve a por ello. ¡Suerte![/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]


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