Imagen de portada: Star Wars May 4th de @lucaionescuart en https://giphy.com/

Por si el mundo digital no te era vasto, la ya compleja trama virtual y su creativo diccionario ha vuelto a desafiarnos con los NFT. Y si ya creías osado que el Bitcoin alcanzara los USD 60.000, intenta asimilar esta peculiar aplicación de la cadena de bloques que ha captado la atención (y millones de dólares) desde inicios de este año.

¿Qué es un NFT?

 

Empecemos por la sigla: NFT quiere decir ‘non fungible token, en español, ficha no fungible, o no intercambiable como los son, por ejemplo, los billetes (tus 50 euros son iguales a los míos). Estos tokens son activos digitales basados en contratos registrados en blockchain, que sirven como registro permanente de autenticidad y escrituras de propiedad de bienes únicos o escasos.

Esa característica de originalidad certificada y de trazabilidad gracias al cambio de manos basado en blockchain ha hecho posible un mercado, impulsado por subastas en en plataformas web. ¿Me sigues?

Como el lienzo de un Picasso, el propietario adquiere la pieza con un certificado de originalidad para coleccionarla, venderla o disponer a su antojo. Solo que la lámina u obra de un NFT es inmaterial.

Ahora la parte más difícil de entender: esas piezas digitales pueden venderse por millones de dólares, como la del estadounidense Beeple en marzo, por un récord de USD 69,3 millones en la casa de subastas Christie’s. Y pueden tomar formas inimaginables, en muchos casos insólitas.

Pueden ser NFTs un gatito virtual animado, un tuit del fundador de Twitter Jack Dorsey, una secuencia de vídeo de una jugada magistral de LeBron James en la NBA, cartas virtuales coleccionables de futbolistas o la tarjeta de un YouTuber en el juego de Pokémon. Un dibujo de Homer Simpson como la rana Pepe (rana Gustavo en España), una columna del New York Times sobre el tema, una tapa de Time, e incluso una casa en Marte (sí, eso). Además de unas zapatillas virtuales y hasta muebles digitales.

Como ves, el espectro es amplio: collages, gifs, memes e incluso un album digital de la banda de rock estadounidense Kings of Lion, canciones inéditas de The Weeknd, o una guitarra virtual 3D de Shawn Mendes, por mencionar algunos, pueden ser NFTs.

Y, como tales, pueden valer millones en un mercado en vertiginoso ascenso que se anuncia como revolucionario para el mundo del arte y otras industrias creativas.

También es prueba de ello la experiencia de Javier Arrés, artista y creador de “visual toys”, ganador de la Bienal de Arte de Londres en 2019, quien se consagró como pionero español al vender una colección de 25 piezas de Gif-Art por más de USD 400.000.

 

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Arrés augura la apertura de un “nuevo mundo”, del que actualmente apenas estamos viendo un trailer, dijo a Starpoint. Los NFTs son “una democratización del coleccionismo”, añadió, que ofrece además la posibilidad de eliminar intermediarios.

Como la mayoría de las disrupciones, hay quienes consideran un antes y un después a partir de este boom de los NFTs, y quien los tacha de absurdos, sobrevalorados e incluso los rechazan por antiecológicos. El riesgo es también una característica indisociable, que un ejecutivo de la industria comparó con apostar en el casino.

Aunque se trata de otra rama de activos cripto, el veloz crecimiento de los NFTs recuerda en varios aspectos a los inicios de Bitcoin, hoy en valores históricamente altos.

La gran mayoría de los NFTs se acuñan en la plataforma Ethereum, y se subastan en su criptomoneda Ether. Esa tecnología es considerada la más adecuada para crear y gestionar contratos inteligentes para este tipo de tokens (representación de un archivo digital).

Más allá de los tecnicismos, la locura por estos intangibles sigue en ascenso, por ejemplo con la apertura de una galería física para exponer criptoarte en Nueva York, exposiciones en China, o las incursiones en las casas de subastas más elegantes, como la mencionada Christies’s o Sotheby’s. Esta última vendió recientemente una cantidad de cubos virtuales del artista Pak por USD 16,8 millones.

Así de siderales son las cifras que maneja este mundillo. De USD 41 millones en 2018, el volumen de mercado trepó a USD 338 millones en 2020, según nonfungible.com, de L’Ateleier, que monitoriza al sector. Pero en el primer trimestre de 2021, las operaciones rondaron los USD 2.000 millones, un auge que (¡cuidado!) tiende a corregirse a la baja.

Y al fin, a lo nuestro: todo esto puede relacionarse contigo, ya que como en toda área en expansión, hay un enorme espacio para hacer negocios. Partamos de los básicos.

Así de siderales son las cifras que maneja este mundillo: de USD 41 millones en 2018, las operaciones rondaron los USD 2.000 millones en el primer trimestre de este año. Como en toda área en expansión, se abre un abanico de oportunidades para los emprendedores.

 

 

Cóctel de factores

 

Siguiendo a analistas que han intentado explicar el auge de los NFTs, podría decirse que es resultado de un cóctel de factores:

  1. La multiplicación de contenidos digitales creativos
  2. La tecnología disponible
  3. La explosión de las criptomonedas y sus resultantes ‘geeks’ millonarios, una generación capaz de dar más valor a una skin del Fortnite que a ciertos objetos materiales y habituada a poner dinero real en un entorno digital.

Todos son pequeños ingredientes que un gran cambio como la pandemia de repente aceleró”, dice José Luis Cáceres, ingeniero y director comercial de NWC10 Group, que desarrolla un laboratorio de ideas de transformación digital y tecnología blockchain.

La crisis sanitaria no solo empujó la transición digital de las casas de subastas, sino que expandió nuestra presencia virtual. Y pobló de ofertas marketplaces como OpenSea, NiftyGatewaySorareSuperRareMintbase.

Si la pasada crisis económica instaló el uso de internet en la búsqueda de eficiencia, analiza Cáceres, “ahora que todos nos relacionamos en el mundo digital, la confianza en avatares, perfiles digitales, reputación online, pagos… todo nos ha mostrado la importancia que tiene trabajar en el internet del valor. Y los NFT son el mejor ejemplo”.

Que el arte digital, el coleccionismo e incluso la música lo empiecen a adoptar tiene que ver con “la naturaleza de la tecnología de la cadena de bloques: una vez que un token ha sido creado no se puede borrar ni falsificar”, explica Kevin Roose en la columna del New York Times subastada en alrededor de los 560.000 dólares.

Parece la vuelta de tuerca que faltaba. Hasta aquí, la autenticidad era una pata floja en el criptoarte, sencillo de copiar como cualquier cosa publicada en la web.

Pero al “tokenizar”, o acuñar un NFT, se crea el bloque de código de blockchain que respalda su originalidad. Así, los NFTs no son replicables ni falsificables, dado que la cadena de blockchain es de código abierto y por tanto cualquiera puede comprobar su procedencia.

Eso destacan artistas y músicos que hicieron ofertas de artículos coleccionables únicos, con mayor poder sobre sus obras, sin los mediadores tradicionales (ahora en todo caso necesitan de las plataformas para subastar, con costos, pero con dinámicas bien distintas).

Por ello, algunos han llamado al NFT el “Bitcoin del arte”, al eliminar la autoridad centralizada en las transacciones. Además, esta forma de monetizar el trabajo también puede hacer partícipes a los artistas con royalties de las reventas.

Arrés ve en esta apertura un elemento masificador: “Que cualquier persona pueda comprar esto es una democroatizacion del coleccionismo y de la venta de arte sin intermediarios”, destaca.

 

Potencial de públicos masivos: música y deportes

 

En el caso de la música, hay quienes creen que los NFTs pueden ser una vía de ingresos alternativa a los recitales masivos, suspendidos desde hace más de un año.

En marzo el rapero Snoop Dogg hizo su primer ‘drop’ (oferta de NFT) con ocho piezas, incluida una canción original.

El reggaetonero Ozuna había lanzado en febrero una colección de ositos virtuales, alusivos a su imagen característica.

En el caso de Shawn Mendes, que prometió destinar lo recaudado a su fundación, los participantes podían incluso convertir el NFT en una inversión fraccionada si no llegaban a adquirir la totalidad.

En tanto, en España, han estrenado los NFTs el músico electrónico Raúl Santos y Marc Vanway, líder de la banda barcelonesa Bad Way.

Incluso Elon Musk, siempre provocador, difundió una pista de audio muy básica en Twitter que, dijo, vendería como NFT. Pero luego lo desestimó.

La música, como el deporte, son las grandes apuestas en el sector para acercar los NFTs a un público potencialmente masivo. Ciertamente, hay más fanáticos de la música o del deporte que de las criptomonedas y sus complejidades.

El básquet es un ejemplo. La plataforma Top Shot, lanzada en octubre por la firma Dapper Labs y la NBA, permite compraventas de clips de vídeos únicos o escasos. Aunque muchos están disponibles en YouTube, como una secuencia de LeBron James vendida por más de USD 200.000.

El futbolista Mesul Ozil vendió por varias decenas de miles una colección de prendas digitales con su avatar de Genie.

Son solo muestras del potencial de la pasión por el deporte con esta herramienta, en la que también ha incursionado La Liga española.

Los vanguardistas Gerard Piqué y Antoine Griezmann invirtieron en la plataforma francesa Sorare, un juego del llamado fantasy football de cartas coleccionables de futbolistas con las que los participantes compiten.

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Startpoint - Juego de cartas virtuales fantasy football - Sorare - Fuente opensea.io

Más allá del arte, la música y los contenidos creativos, muchos auguran que, si persisten, los NFTs son el futuro inexorable de la creación, consumo y venta de los productos digitales en línea. Los fanáticos ven incluso potenciales aplicaciones en todo tipo de bienes, como títulos de propiedades y vehículos, contratos comerciales o herencias.

 

Al banquillo: ¿sobrevaluados, fraudulentos, antiecológicos?

 

Al mismo ritmo en que se multiplicaron los NFTs, crecieron las críticas y cuestionamientos sobre sus altísimas cotizaciones.

Los NFT son el capitalismo enloquecido. Son el horrible resultado del deseo destructivo de poseer cosas que no necesitan ser poseídas, simplemente por el simple hecho de poseerlas. Son técnicos que plantan banderas solo porque pueden y no se exigen más justificación, razonamiento o reflexión. Son ego puro sin adulterar cristalizado, digitalizado y monetizado”, definió Amanda Yeo, periodista de Mashable. Palabras más, palabras menos, es un pensamiento repetido.

 

¿Burbuja?

Los valores exorbitantes han despertado dudas sobre una burbuja especulativa. Incluso los que estuvieron en sus orígenes manifestaron que los NFTs, tal como los pensaron, no han llegado a ser la herramienta para empoderar artistas que esperaban. Y, en cambio, han caído en el terreno de la especulación.

¿Son los NFTs una moda pasajera alimentada por una burbuja especulativa? Teniendo en cuenta el “valor añadido” a los NFTs fundacionales y al entusiasmo inicial, Arrés cree que “es probable que haya un reajuste de precios, pero no una burbuja que estalle por los aires. Luego esa sensación de que todo se puede vender se irá depurando y afinando”, augura.

En esto, dice, hay que entender lo intangible, el afán y el sentir del coleccionista y sus ganas de poseer algo único. “Siempre hubo descreídos, es normal. Pero cuando algo tiene una autoría y unos papeles de autenticidad, y es único y se puede demostrar (…) es innegablemente una revolución”, señala. “Otra cosa es que valga 60 millones de dólares o que valga uno”.

En cuanto al ajuste del mercado, Bloomberg señaló a inicios de abril un descenso del 70% en los precios respecto del pico de febrero. Chris Wilmer, académico de la Universidad de Pittsburgh, dijo a esa agencia que los NFTs no son más burbuja que la criptomoneda. “Habrá manías y exuberancia irracional”, pero ambos están aquí para quedarse a largo plazo, evaluó.

 

¿Nueva modalidad de robo?

Otro costado de las transacciones de piezas digitales a través de NFTs es la modernización del robo, o la ‘tokeninzación’ de obras ajenas, eje de un artículo de The Guardian.  Así le ocurrió, por ejemplo, al sueco Simon Stålenhag, que ironizó en Twitter: “Supongo que en adelante deberíamos googlear a diario si hemos sido convertidos en NFT ¡Gracias Silicon Valley!”.

Arrés equipara los fraudes a los del arte tradicional. “Al principio hay un poco de ‘salvaje oeste’, pero es algo residual; en años de funcionamiento creo que no será posible. La comunidad está trabajando en eso”.

 

¿Antiecológicos?

Otro problema que se ha señalado es el impacto sobre el cambio climático, por su extraordinario consumo de energía, algo que se les objeta igualmente a las criptomonedas basadas en procesos ineficientes (minería). Aunque Ethereum es menos grave que el Bitcoin, su propio su propio creador lo definió como «un enorme gasto de recursos» que se intenta reducir.

Hace tiempo, el artista francés Joanie Lemercier se escandalizó al saber que su oferta de seis obras en NFTs consumieron en 10 segundos más electricidad que su estudio en dos años.

El debate se ha encendido. Esta calculadora creada por el artista Memo Akten permite estimar los consumos y emisiones de carbono. Calcula, por ejemplo, que las transacciones de un NFT desde que es acuñado hasta su cambio de manos, genera una huella equivalente al consumo energético de un residente de la Unión Europea de un mes, con emisiones equivalentes a manejar por 1000 km.

 

 

Cambios lentos, modelos híbridos

 

La tendencia apenas tiene algunos actores en España. Según Arrés, existen en el país “prejuicios” ante lo nuevo, sobre todo en el campo económico. Más temores, reservas y “malos augurios” comparado con el mundo anglosajón, que enlentecen la adopción local.

Pese a las complicaciones, cree que el desarrollo será inexorable, con nuevas plataformas en gestación para artistas hispanos y el fútbol. “Aquí siempre cuesta más, pero triunfará. Aunque los mejores venderán siempre mucho más en el extranjero”, anticipa.

Según Cáceres, un modelo híbrido ayudará a promover el cambio. La estrategia de “ir hacia el futuro apoyándonos en el presente para explicarlo suele funcionar bien”, dice. Eso, ejemplifica, podría ser como en una subasta del MoMA en la cual los participantes pujaban por una obra física, acompañada de una colección de NFTs. “La filosofía del NFT sería más interesante cuando lo digital represente al objeto físico que puede estar en un museo o guardado por alguien, o cuando todo sea 100% digital que seguro es hacia lo que iremos”, indica.

 

 

A tu juego te han llamado

 

Se abre un mundo increíble con los NFTs y actualmente se está explorando en el uso y valor”, dice Cáceres, quien cree que los jóvenes y su forma de dar valor a las cosas, acumulando menos, serán protagonistas de los intercambios del futuro.

Sobran casos de plataformas apoyadas por inversores, como SuperRare, que levantó una Serie A de USD 9 millones a finales de marzo. Puedes echar un vistazo a este cuadro:

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Al parecer, esto recién comienza. ¿Te apuntas entre los que apuestan a una revolución o entre los descreídos?

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