[vc_row][vc_column][vc_empty_space][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]¿Todavía te asomas al 2021 preguntándote qué traerá? Pues, hay quienes creen que este que avanza será el gran año de las Deep Tech.
Las tecnologías profundas no son ‘moonshots’, o tiros a la Luna, como se llama a los proyectos que parecen imposibles. Pero en algo se le parecen. Surgen con la ambición de introducir innovaciones radicales, en este caso basadas en la ciencia o novedades de ingeniería arriesgadas y capaces de transformar.
Semejante expectativa, sin embargo, se basa en algunas características peculiares en relación a los ecosistemas emprendedores tradicionales: por un lado, estas startups deben probar el funcionamiento de la nueva tecnología; y por otro, si superan ese estadio, demostrar la existencia de una demanda que al inicio es incierta.
¿Una locura? Pues, este doble riesgo es justamente lo que define a las empresas de Deep Tech. Algo extraño, pero igualmente excitante.
La realidad es que muchas de estas tecnologías aparecen con cada vez mayor frecuencia ante nuestros ojos, en los titulares de los periódicos y con soluciones que ya llegan (o pretenden llegar) a nuestra vida cotidiana. Rodeadas de espectacularidad, como es el caso de los lanzamientos de SpaceX; o con un aura de esperanza, como la vacuna anticovid-19 de BioNTech, la firma alemana de biotecnología, y Pfizer.
Los que creen que 2021 será escenario de un intenso desarrollo de las Deep Tech ven un contexto que empuja a su favor. La pandemia, argumentan, impuso como nunca antes en la historia contemporánea la necesidad de innovaciones profundas para resolver desafíos globales.
Pero hay mucho más bajo el paraguas de las Deep Tech. “La tecnología está entrando en una nueva era (…) volviéndose mucho más tangible y resolviendo directamente los desafíos sociales y comerciales globales”, dice un estudio sobre las Deep Tech elaborado por European Startups, un proyecto bianual de Dealroom y Sifted con apoyo de la Comisión Europea y el Parlamento Europeo.
Así, no solo novedades de biotecnología o tecnología espacial entran en la categoría. También la inteligencia artificial, robótica y drones, microelectrónica y fotónica (para aplicar, por ejemplo, en biomedicina), materiales avanzados (como el grafeno), blockchain (la tecnología de cadena de bloques que está detrás de las criptomonedas) y la informática cuántica forman el grupo más activo de las Deep Tech.
No solo la biotecnología o la tecnología espacial entran en la categoría. También la inteligencia artificial, robótica y drones, microelectrónica y fotónica, materiales avanzados como el grafeno, blockchain y la informática cuántica.
Dicho eso, ten en cuenta que no existe un consenso acabado sobre las áreas que se ciernen estrictamente al concepto.
Para bajarlas a Tierra, estas tecnologías pueden implementarse prácticamente donde se te ocurra: transporte, alimentos, medicina o entretenimiento, manufacturas, ciberseguridad o clima, por mencionar algunas.
Continúa leyendo que vas a alucinar.
¿Qué son? Una definición en tres aspectos
Omri Green, socio del fondo israelí enfocado en Deep Tech Grove Ventures, distinguió en un artículo tres características esenciales:
- Impacto. La promesa es de un gran alcance en la vida cotidiana de las personas, sumado a un enorme valor económico.
- Tiempo y escala. El desarrollo desde la ciencia hasta la tecnología aplicada lleva un tiempo considerable. De hecho, el inicio de una startup es un hito en el desarrollo de una tecnología, cuando la ciencia ha sido probada y el trabajo comienza a apuntar a un mercado en particular, dice Green. Ese tiempo varía, ya que no es lo mismo que lanzar una innovación basada en una tecnología disponible, como una nueva app móvil. Por ejemplo, se estima un promedio de 4 años para un desarrollo en biotecnología, contra unos 2,4 años en blockchain.
- Inversión. La inyección de fondos depende de la tecnología. Green indica en base a datos que el primer prototipo en biotech alcanza un promedio de USD 1,3 millones, y USD 200.000 en blockchain.
Como hemos mencionado, el doble riesgo de la tecnología y de mercado pesan sobre las Deep Tech. Y eso les depara un camino diferente al de las otras startups (que recurren en general a amigos y familiares, luego inversores ángel o semilla, seguidos de rondas de inversión de VCs, etc).
En Deep Tech, la financiación pública sobresale en la fase inicial, y los esquemas de financiamiento público-privados son esenciales, como los fondos de capital de riesgo corporativo (CVC), incubadoras y aceleradoras.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]
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La perspectiva: océanos azules
Sergio Sáez, clúster manager de Secpho cree que las Deep Tech pueden crear nuevos “océanos azules”, o áreas de mercado aún inexploradas. “Una vez finalizado su largo camino del laboratorio al mercado, tienen un gran potencial de crecimiento y rentabilidad, creando a menudo un océano azul y estableciendo industrias y modelos de consumo totalmente nuevos que son de difícil réplica”, explica Sáez, al frente del ecosistema de 150 organizaciones vinculadas con las Deep Tech, incluyendo empresas, centros tecnológicos, universidades y startups.
En otras palabras, señala, el hecho de que estas tecnologías estén basadas en un largo proceso de Investigación y Desarrollo (I+D), con gran inversión de capital público y privado para llegar a las fases de comercialización, genera grandes barreras de entrada a la competencia, ya que pueden incluso protegerse con patentes. “Ese carácter de tecnologías claramente disruptivas genera cambios de paradigma y con ello nuevos modelos de negocio en sectores tradicionales”, agrega.
Y de allí que muchos vean a la pandemia como plataforma, además de poner a prueba la solidez de los innovadores. “La situación actual ha puesto en evidencia que las empresas industriales digitalizadas, lo que conocemos como Industria 4.0, son más resilientes ante la crisis actual y ante cualquier crisis, pues pueden competir mejor debido a su flexibilidad ante los cambios”, dice Sáez.
La gran ventaja de las Deep tech, destaca Sáez, es que “son transversales y aplicables a diferentes ámbitos de la economía, y eso es bueno en momentos como el actual en que si sufre un sector, las empresas pueden virar hacia otro”. Por ejemplo, en la actualidad se han fortalecido los sectores farmacéutico, agroalimentario y sanitario, y han sufrido los de automoción, aeronáutica y patrimonio cultural, señala.
Deep Tech hoy
Las empresas europeas de Deep Tech tienen un valor combinado de 700.000 millones de euros en la actualidad, contra 5.800 millones en 2010, según el informe de European Startups.
Muchas tienen su origen en el mundo académico y obtuvieron apoyo temprano del sector público, un envión esencial que aún tiene enorme potencial de desarrollo, evalúa la iniciativa europea.
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Valor creciente de las Deep Tech europeas. Fuente: Dealroom, Sifted y European Startups.
[/vc_column_text][vc_empty_space height=»15px»][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]Un análisis de la evolución de la tecnología indica que las firmas tecnológicas crearon en la última década 17 billones de dólares solo en el Nasdaq, principalmente impulsadas por internet de consumo y en la nube. Pero en la década en la que entramos, el impacto de la tecnología en nuestras vidas podría volverse mucho más profundo, como demuestran la sucesión acelerada de avances grandilocuentes.
El estudio cita hitos como:
- Google junto con la NASA demostró en 2019 la llamada supremacía cuántica, es decir, la ejecución de tareas exponencialmente más veloz en un computador cuántico en relación a uno convencional. Luego, fue desafiado por China.
- DeepMind, también propiedad de Alphabet, resolvió uno de los mayores desafíos de la biología al determinar la forma 3D de una proteína.
- OpenAI, cofundada por Elon Musk, lanzó GPT-3, un modelo de lenguaje que utiliza inteligencia artificial para producir textos como lo haría un humano.
Y la lista continúa.
Hasta hoy, sin embargo, todo parece algo abstracto. Pero muchos creen que a partir de ahora, las Deep Tech no lo serán.
En España, describe Sáez, al igual que la industria, el sector “está muy atomizado y pivota alrededor de grandes zonas de producción”, ubicado especialmente en Cataluña, País Vasco, la Comunidad de Madrid y la Comunitat Valenciana.
El 70% de las empresas enfocadas en estas tecnologías son pymes y 30% son centros de I+D, con un incremento exponencial en torno del último par de años de startups y spinoffs de universidades “que basan su ventaja competitiva en la transferencia de conocimiento”, dice Sáez.
A modo de ejemplo, destaca Sensofar Medical, de control de calidad para implantes médicos; Calsens, de tecnología fotónica; VLC Photonics, del mismo palo y recientemente adquirida por Hitachi High Tech, y Quside, de soluciones basadas en tecnología cuántica. Si sigues los enlaces, ¡creeme que quedarás boquiabierto!
Hablemos de números
Dedicación, tiempo… y dinero. La exigente fórmula de las Deep Tech puede ser motivo de su fracaso. Con lo cual, es esencial tener presente la prolongada ‘quema’ de fondos en estas iniciativas, y de allí la necesidad del sector público.
“El porcentaje de inversión pública en I+D en España respecto al PIB lleva una década congelado y nos sitúa a la cola de Europa”, lamenta Sáez, que ve al país rezagado, incluso mientras otros como Polonia, Grecia o Portugal avanzan. “Eso no nos ayuda a ser fuertes y poder competir en Deep Tech”, añade.
Con más optimismo, destaca la resiliencia del ecosistema local, capaz de lograr mucho impacto con pocos recursos.
Las Deep Tech, cuya validación demanda más rondas de inversión, ha generado hasta ahora menos unicornios que otras tecnológicas. Pero hay gran esperanza, ya que se trata de un ecosistema más joven.
¿Con qué recursos cuentan para llegar hasta allí? Según el informe de European Startups, hay en Europa un apoyo creciente de gobiernos, academia y empresas. En cuanto a Venture Capital, alrededor de un cuarto de las inversiones de fondos de riesgo fueron en 2020 para Deep Tech, eso es unos 10.000 millones de euros, un número ha ido en ascenso.[/vc_column_text][vc_empty_space][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_empty_space height=»15px»][vc_single_image image=»5933″ img_size=»large» alignment=»center»][vc_empty_space height=»15px»][vc_column_text]
Inversión de capital riesgo en Deep Techs europeas. Fuente: Dealroom, Sifted y European Startups.
[/vc_column_text][vc_empty_space height=»15px»][vc_column_text]En España, apenas 0,7% del total de las inversiones de los VCs entre 2015-2020 fueron a innovaciones profundas, representando 15% sobre el total. Otros más que duplican el capital acaparado por el sector, como Finlandia (37%).[/vc_column_text][vc_empty_space height=»15px»][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_empty_space height=»15px»][vc_single_image image=»5934″ img_size=»large» alignment=»center»][vc_column_text]
Inversión, porcentaje de capital invertido y clusters importantes de Deep Tech en Europa. Fuente: Dealroom, Sifted y European Startups.
[/vc_column_text][vc_empty_space height=»15px»][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]España, evalúa Sáez, “es un mercado en expansión que aún necesita explicarse bien a la comunidad de inversores”, que ya muestra interés en comprender las oportunidades. Para el especialista del clúster que también promueve inversiones, los fondos del plan de recuperación Next Generation EU, dirigidos a digitalizar la industria, pueden ser una oportunidad de financiamiento para proyectos.
Finalmente, hay quienes creen -también por la pandemia- que es momento de ser más conservadores y es mejor esperar para los cambios más disruptivos. Puedes encontrar un ejemplo aquí.
Y tú, ¿te animas al desafío Deep Tech?
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