Queríamos traerte un post con las tendencias más disruptivas en tecnología, esas que te dejan con los ojos como platos a comienzo de temporada, como pasó en 2019 y en 2020

Pero siendo sinceros, la verdad es que la tecnología sigue una tendencia conservadora con respecto a años atrás.

Más allá del teléfono enrollable de LG, los televisores Sony Bravia XR 4K HDR equipados con procesador Cognitive Processor XR o el robot que aprende con IA a hacer nuestras tareas domésticas, algunos ya comentan que el CES de Las Vegas este año (que acaba de tener lugar de manera virtual por primera vez) ha traído novedades más continuistas que extraordinarias con respecto al año pasado, y poco centradas en la situación de nueva normalidad en la que estamos inmersos.

Aun así, en StartPoint hemos hecho los deberes y hemos rebuscado para traerte proyectos que nos gustan y nos hacen pensar que la tecnología debe orientarse hacia un mundo más sostenible y saludable. Te contamos por dónde seguirá la tendencia este año.

 

Salud digital: biometría, narices electrónicas, 3D… y falsa leche materna

 

En momentos de pandemia, y de amenaza de próximas pandemias, seguir avanzando en salud en la distancia es una necesidad. La tecnología touchless, la IA, la medicina predictiva y las aplicaciones y herramientas relacionadas con ella seguirán estando a la orden del día.  

En 2021 seguramente veamos a Amazon ampliar su red de Go Stores, las tiendas sin check out, en las que se entra, se toan los productos deseados y se sale sin pasar por caja, simplemente a través de técnicas de escaneo con una app móvil, cámaras e inteligencia artificial en alianza con técnicas de reconocimiento facial e incluso biométricas – pasando la palma de la mano por un escáner-. 

Y hablando de reconocimiento facial, cómo hacerlo en el new normal? Algunos, como la japonesa NEC, afirman que pueden reconocer a los individuos incluso llevando mascarilla con un 99,9% de fiabilidad. De hecho, la perspectiva de alargar el uso de este ‘complemento obligado’ como tendencia all-season ya ha hecho que los más avanzados estén instaurando esto. Para muestra, el desbloqueo de iPhone facial, que ya comienza a funcionar con mascarilla.

Otros, como Razer, nos avanzan el diseño de la que podría ser la mascarilla del futuro, Project Hazel: reutilizable, desinfectable, con muchas funciones y estética futurista, en la línea del mundo gamer al que Razer nos tiene acostumbrados, pero aún -todo hay que decirlo, es lo más importante- sin estar médicamente certificada. ¿Veremos a este proyecto hacerse realidad en 2021?

La inteligencia artificial también está uniéndose a la voz para ir un paso más allá en la detección de infartos, por ejemplo a través de smartphones o altavoces inteligentes. Analizando la respiración agónica y los patrones claros en episodios de este tipo, un estudio publicado en Nature.com dice que esta tecnología puede dar la voz de alarma con una eficacia del 97% hasta a 6 metros de distancia, salvando la vida a muchas personas que sufren esta patología y están solos en esos momentos.

La detección precoz también puede hacer milagros. Hace unos días leíamos la noticia que va a poner aún más de moda a algunos wearables y relojes inteligentes: podrían detectar irregularidades en el pulso asociadas a la covid-19 incluso días  antes de que aparezcan los síntomas. Seguiremos muy pendientes de los avances. 

Pero no sólo de ritmos cardíacos viven las detecciones: también el olfato se postula como un medio eficaz para identificar si una persona padece una enfermedad. Lo veíamos hace poco con los perros en los aeropuertos de Helsinki con el coronavirus. Y un estudio del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla de Santander está enfocándose precisamente en entrenar a perros para detectar a enfermos de cáncer de pulmón y colon a través del aliento.

Y, en lo que respecta a olores, también los avances en narices electrónicas estarán metiendo el hocico en una amplia gama de aplicaciones, no solo en la detección precoz de enfermedades como el covid o el cáncer (la NASA lleva estudiando esto años), también en:

Así que no subestimes el poder de una buena nariz, que pondría a prueba a la de Cyrano de Bergerac o el mismísimo Jean-Baptiste Grenouille.

La curiosidad nos hace preguntarnos si esta tecnología sería capaz de diferenciar la carne falsa de la real, o la leche de pecho de la de Biomilq, una startup de dos mujeres que hace poco levantaba 3,5 millones de dólares para optimizar la producción de su leche materna. 

Sí, has leído bien: una bióloga y una científica de alimentos lideran la compañía que ya ha sido calificada por la revista Forbes como “la mayor disrupción alimentaria”: su fórmula de éxito consiste en tomar células epiteliales mamarias (células de las glándulas mamarias, las que producen la leche) durante el embarazo, cultivarlas en sus instalaciones y estimularlas para producir leche humana personalizada para el bebé en cuestión. Alguna madre con problemas para dar el pecho pensará que esto es demasiado bueno para ser verdad. Por lo menos, digno de película Gattaca.

 

Replicar la biología humana como nunca

Y hablando de ciencia ficción, la impresión 3D nos seguirá trayendo innovaciones cada vez más punteras. El año 2021 verá la comercialización por parte de Carmat del primer corazón completamente artificial, un corazón dirigido especialmente a personas en estado terminal a la espera de un trasplante que, demasiado a menudo, tarda en llegar. De esta forma, la innovación de la compañía francesa podría ser una solución a largo plazo para evitar que la insuficiencia cardíaca sea la primera causa de muerte en el mundo.

 

Transporte, energía y sostenibilidad

 

Los avances en transporte también seguirán inclinándose hacia lo sostenible y energéticamente eficiente, -bien sea por convicción o por pura necesidad-. 

El hidrógeno se postula con el potencial para descarburar la electricidad, el transporte y la calefacción. Es la alternativa por tres razones: ya existe toda la infraestructura, puede usarse para almacenar energía renovable y ¡es el elemento más abundante del universo! Pero aún tiene muchos retos que superar (cuestiones de seguridad, o el hecho de requerir bastante almacenaje, entre otros).

Un ejemplo reciente es el de Airbus, que ha desvelado tres diseños conceptuales que surcarán los cielos lanzando cero emisiones. Sin embargo, 2021 no será el año en el que veamos volar esas naves propulsadas por hidrógeno producido a partir de fuentes renovables o de bajo carbono. 

Esta es la segunda vez que el gigante de la aviación se pone manos a la obra para encontrar una alternativa a los combustibles fósiles (al que las estimaciones más optimistas, por cierto, dan fecha de extinción a mediados del siglo que viene): el hidrógeno parecía una solución que Airbus estudió allá por el año 2000 y que tuvo que aparcar debido a que los costes y energía necesarios para llevar tanques inmensos de H2 a cuestas no eran precisamente sostenibles. 

Airbus tendrá que seguir trabajando para cumplir su estimación de llevar pasajeros en 2035, ahora que no es necesario tanto espacio para almacenar el hidrógeno.

De momento este año tendremos que conformarnos con ver el “Spirit of Innovation” de Rolls-Royce, un elegante aeroplano eléctrico que quiere batir el récord de las 300mph (482 km/h)  para una nave de sus características, y la británica también está testando los barcos autónomos, y no solo Rolls-Royce, sino también otros como Seadronix, que han dado con una solución para abaratar el coste de hacer una embarcación autónoma: un sensor que en tiempo real extrae la información del ambiente marino a través de la Inteligencia Artificial, análisis de datos y deep learning.

Bajemos el nivel y veamos cómo siguen avanzando los coches autónomos:

Cuando su tecnología aún está en fase de pruebas, dos empresas parecen ir a la cabeza: por un lado -en EE.UU.- el vehículo no tripulado Waymo One, perteneciente a Alphabet, Inc. (Google), que pretende ampliar su servicio con una app pública instalándose también fuera de Phoenix (Arizona), donde ya cuenta con 300 vehículos moviéndose a sus anchas. Por otra parte, la china AutoX -promovida por Alibaba- y enfocada en servicios de taxi y entrega de comestibles, que ya ofrece trayectos gratuitos en vehículos sin conductor en una zona de Shanghai.

Aunque, el que nos gusta mucho es el Hyperion, que incorpora tecnología espacial, depósito de hidrógeno y alcanza las 60 mph en 2 segundos: 

 

 

Pero bajemos al mundo real, quizás lo más sostenible -y alcanzable- (algo con lo que muchos frikis que vivimos en tierra de lluvias hemos soñado siempre): un híbrido entre bici y coche. Te presentamos: Frikar e-bike, cuya web promete desvelar el precio de este maravilloso ciclomóvil en algo más de una semana. Permaneceremos atentos. 

En la transición energética, la innovación en el campo de las baterías va a ser esencial: en parte gracias al crecimiento del mercado de vehículos eléctricos, alrededor del 50% de la electricidad será generada por renovables en 2050, lo que necesita de contenedores que almacenen la energía. Un ejemplo es Millor Battery, proyecto que pasó por el programa Explorer y que diseña y fabrica packs de baterías para vehículos híbridos y eléctricos, pensando sobre todo en empresas que necesitan soluciones de transporte más personalizadas.

La automatización también avanzará en el sector energético, bien con el acceso a datos que existían ya, bien con la optimización del rendimiento de los sistemas o la recopilación de información a través de robots, dejándoles a ellos las tareas tediosas y peligrosas. 

La digitalización: no solo se trata de vender al consumidor, sino de ofrecerle todo un modelo de suscripción con una variedad de servicios para gestionar, almacenar y generar su energía. Los proveedores de energía seguirán sirviéndose de herramientas de analítica de datos para mejorar la experiencia de cliente. 

 

Visión general de las grandes tendencias

La hiperautomatización es algo irreversible e inevitable. Todo lo que pueda y deba ser automatizado será automatizado. Brian Burke, Research Vice President, Gartner.

Las palabras clave que ya manejábamos como IA, 5G, (hiper)automatización, trabajo remoto, ciberseguridad… seguirán resonando en 2021 y “bajando a tierra”, aplicándose a las necesidades consecuencia del new normal, muy interrelacionadas, y centradas según la consultora Gartner, en estos tres temas:

 

Foco en el usuario

A pesar del teletrabajo y los cambios en la forma de interactuar con las organizaciones, las personas siguen estando en el centro, y necesitan procesos digitalizados para seguir funcionando en el entorno actual. El llamado internet del comportamiento*, una experiencia de cliente completa (IA como servicio, packs de proveedores de internet que incluyan servicios adicionales -de seguridad, o apoyo de IT para empresas pequeñas o personas que estén trabajando en remoto) y el aumento de la privacidad son tres aspectos fundamentales.

 

Independencia geográfica

La localización de empleados, clientes, proveedores y organizaciones en general ha cambiado con la COVID-19, y el llamado por algunos “free-range” requiere un cambio de tecnología adecuado a la nueva situación: por un lado, las tecnologías colaborativas se hacen fundamentales en entornos de trabajo híbridos donde se combinan teletrabajo con presencia en la oficina. Las herramientas que favorezcan el trabajo en equipo y la colaboración, y al mismo tiempo, incrementen la productividad seguirán al alza. También las empresas demandan mayor procesamiento de datos y analítica para la toma de decisiones en momentos de elevada complejidad, cambios rápidos e incertidumbre, a la vez que apuestan por la nube: los entornos multicloud para aumentar la eficiencia y ahorrar costes. Descubrir, acceder, proteger y gestionar diferentes tipos de datos de forma inteligente, sin importar cuál sea el entorno.

 

Servicios fiables 

Como bien dice el refrán, “la única constante es el cambio”. Asumir que el mundo es inestable, bien sea por una pandemia o una recesión, nos ayudará a posicionarnos y ver las cosas con perspectiva para implantar estrategias más sostenibles y resilientes. En ello va a tener mucho que ver la IA, la automatización extrema o la robotización inteligente (IPA) que tenga capacidades cognitivas y de toma de decisiones. (Según McKinsey, los sectores que lideraron la adopción de IA en 2020 durante la crisis de la COVID-19 fueron la industria sanitaria, la automoción y los servicios financieros). 

Y la inteligencia artificial, la hiperautomatización y al 5G se les añade una nueva tendencia que a algunos, más que sonar, les empieza a chirriar: el internet del comportamiento. 

 

IoB, ¿el próximo Gran Hermano?

 

Imagina que estás en la oficina, trabajando con tu ordenador en tiempos de pandemia, y que a través de una cámara térmica o de visión por ordenador, algún sistema remoto reconociera si tienes fiebre o estás llevando mascarilla. ¿Cambiarías tus hábitos?

Si el Internet de las cosas (IoT) ya recopila información en tiempo real a través nuestros dispositivos, el internet del comportamiento o de la conducta (por sus siglas en inglés IoB, Internet of Behaviors) se ocupa de combinar diferentes tecnologías centradas en el individuo (geolocalización, big data, reconocimiento facial…) con otro tipo de actividades como por ejemplo compras o uso de dispositivos, procesando datos de muchas fuentes (datos comerciales, de redes sociales, información financiera, indicadores de salud…). De esta forma las organizaciones podrían tener un conocimiento exhaustivo de nuestras costumbres, necesidades o deseos para influir en nuestros hábitos o personalizar al máximo sus contenidos.

Pero interconectar nuestros datos con nuestra toma de decisiones necesita un cambio de paradigma en la legislación y en nuestra cultura para el que debemos prepararnos lo antes posible, y sabemos que en ese sentido siempre vamos retrasados. 

Los expertos aseguran que en 2020 y “gracias” a la pandemia hemos avanzado digitalmente -más bien a la fuerza- entre tres y cinco años, pero, ¿estamos preparados para lo que el avance digital conlleva? 

La ciberseguridad (luchar contra el aumento del ransomware, phishing, así como proteger datos sensibles y assets digitales) y el cumplimiento normativo son los riesgos asociados a la IA más relevantes y dos campos fundamentales que será necesario desarrollar. 

Habrá que ver cómo los nuevos dirigentes responden a las big tech (Joe Biden, por ejemplo, ha sido muy crítico con las redes como Facebook), y si hay algo seguro, que no debería ser una tendencia sino una norma, es que la Inteligencia Artificial responsable deberá ser una norma, no una tendencia. Y ese futuro en el que ya estamos inmersos lo creamos todos, dentro de nuestras capacidades: startups, pequeñas, medianas, grandes empresas y usuarios finales. 

 

Nota: El World Economic Forum ha creado un dossier interactivo para directores sobre IA, cuyos diferentes módulos también puedes descargar por partes en pdf aquí: Weforum AI Toolkit for Boards of Directors

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