El sueño es el ‘cuarto pilar’ de la salud, al mismo nivel que la alimentación, el estado de ánimo y el ejercicio físico. Y paradójicamente, los dispositivos electrónicos parecen haberse convertido en aliados para quien padece trastornos del sueño.

La lluvia sobre las hojas, un río calmo, el chisporroteo de una chimenea o el canto de los grillos en la noche. Los sonidos provenientes del móvil crean una atmósfera de hipnosis que, a veces acompañada de una voz plácida, pueden ayudar a conciliar el sueño.

Aún siendo probados verdugos del buen dormir, los dispositivos tecnológicos se han reivindicado con numerosas soluciones y, vaya paradoja, se han convertido cada vez más en aliados de aquellos que padecen trastornos del sueño.

En los últimos meses, la pandemia ha impulsado la multiplicación de aplicaciones, gadgets y accesorios para monitorizar el descanso, una tendencia iniciada antes en respuesta a un mal de la ‘vida moderna’.

La combinación entre ambas circunstancias ha hecho del buen dormir un lujo de pocos. Y en muy mala hora, ya que “el sueño es el ‘cuarto pilar’ de la salud, al mismo nivel que la alimentación, el estado de ánimo y el ejercicio físico”, destaca un estudio del Grupo de Investigación de Economía de la Salud y Gestión de servicios Sanitarios de la Universidad de Cantabria, que detectó un aumento en las dificultades para dormir bien y en los riesgos asociados, a causa de la crisis sanitaria.

Y como todo problema, este que ha afectado a más españoles y otros ciudadanos en el mundo, también pide a gritos la intervención de los emprendedores, cuyos desvelos tantas soluciones han aportado.

 

 

Vigilia forzada

 

Aunque numerosas áreas de desarrollo sufrieron caídas, la de la salud ha crecido significativamente en medio del colapso económico por el confinamiento, cierres y alteraciones en los comportamientos sociales.

En relación con ese campo, tras largos meses de convivir con el covid-19, hemos entendido que no solo la salud física se encuentra en riesgo, sino también la salud mental, como abordamos en esta nota del blog. Y de allí, surgieron numerosos trastornos que han minado el sueño, incluida la ansiedad.

Aun en tiempos “normales”, se estima que alrededor del 30% de la población en el país lucha por dormir bien. Ahora, coinciden los especialistas contactados por StartPoint, las consultas han crecido significativamente, lo que incrementa la potencial demanda de soluciones tecnológicas.

“El peligro es que hay un porcentaje alto de pacientes que ha llegado para quedarse, aunque volvamos a la normalidad”, dice Javier Puertas, experto en medicina del sueño y vicepresidente de la Sociedad Española del Sueño (SES).

 

 

Soluciones… ¿en las pantallas?

 

La solución se aloja… ¿en la fuente del problema? Así es. Los dispositivos pueden contener igualmente la enfermedad y su antídoto.

Entre las explicaciones del insomnio, los expertos repiten la alteración causada por la interferencia de dispositivos electrónicos, como ordenadores, móviles o tabletas, en el reloj biológico, al afectar con su luz la producción de melatonina, una hormona natural que se libera al extinguirse la luz del día y ayuda a dormir.

Los especialistas explican que el reloj biológico se ha visto más gravemente afectado durante la pandemia por cambios de hábito marcados, como el trabajo a distancia que implica mayor exposición a pantallas durante más horas, disminución del movimiento, nivel de exposición a la luz solar, despertarse más tarde y otros.

“La tendencia al uso de los dispositivos que miden el descanso y la actividad física es imparable”, dice Puertas.

La calidad del sueño, las pesadillas o las ensoñaciones constantes han sido un tema recurrente en los últimos meses, lo que ha despertado un interés creciente que los especialistas ven con buenos ojos, aunque hacen advertencias que abordaremos más adelante.

A la hora de evaluar tecnologías como las apps y wearables, hay cierto consenso sobre la fiabilidad de las que están relacionadas con la monitorización del tiempo de sueño. Pero dan menos crédito a la capacidad de controlar otros aspectos, como la calidad, profundidad o fases del sueño.

Puertas reconoce que “la precisión de estos dispositivos está mejorando”, dado que “la preocupación por el sueño genera una demanda, que se va a traducir en desarrollos tecnológicos cada vez más fiables”.

Son ejemplos la medición de saturación de oxígeno y del ritmo cardíaco. Pero, salvo excepciones como el validado Apple Watch, en general son contados los dispositivos que cuentan con certificaciones como tecnología médica. “Podríamos hacer una equivalencia a productos sin receta, como algunas vitaminas o melatoninas, que pueden ser buenos, pero no tienen reconocimiento como medicamentos. Pasa algo similar en el caso de la fiabilidad que los médicos podemos dar a la eficiencia de estos dispositivos”, advierte Puertas.

 

 

La pandemia, un antes y un después

 

La situación excepcional que atraviesa la humanidad y la búsqueda de soluciones ha acelerado el uso de tecnologías del sueño. Puertas lo define como un momento bisagra para el desarrollo, comparable con la Segunda Guerra Mundial: “En cinco años de guerra se hicieron más desarrollos que en los 40 siguientes. Aquí nos pasa un poco igual: la necesidad de responder a cambios de hábitos de la población ha acelerado muchas cosas”. Entre ellas, el uso de tecnologías en cuestiones de sueño.

Después de los desarrollos relacionados con ejercicio físico y la nutrición, Puertas ve una “tercera revolución” en marcha. Parte de ella es su proyección de que dentro de los próximos cinco a diez años habrá una transformación tecnológica de los estudios de sueño.

Por un lado, se implementarán sensores más pequeños que el paciente podrá llevar a casa para evaluar su sueño por más días que una noche de hospital, lo acostumbrado. Por otro lado, dice Puertas, se necesitará avanzar en el procesamiento de los datos con inteligencia artificial. Y por último, dar a todo esto una validación científica que permita incorporarlo a los métodos.

 

 

Tecnologías para dejar de contar ovejas

 

Ya te hemos hablado de Sleepio, una app que ofrece un sistema para mejorar el sueño con un experto virtual que te guía para mejorar tu rutina.

Y puede que ya conozcas Calm, una de las aplicaciones mejor rankeadas del mundo desde su lanzamiento en 2012. Es gratuita, pero la suscripción permite acceder a decenas de horas de contenidos premium, como el relato de Harry Styles, entre otras celebridades.

El diario The New York Times seleccionó recientemente como favorita la aplicación SleepScore por su funcionamiento óptimo para monitoreo del sueño, y destacó igualmente SleepCycle, luego de más de 100 horas de investigación, incluyendo entrevistas con científicos de renombre.

Entre los dispositivos vestibles, agregó el anillo Oura a los ya avanzados Apple Watch y Fitbit. Se trata de un pequeño dispositivo de titanio que se vende a unos 300 dólares y que la NBA ofreció a los jugadores en la reanudación del juego tras el confinamiento. El anillo tiene la capacidad de medir el ritmo cardíaco y sus variaciones, respiración y temperatura (de allí que fuera asociado a la detección del coronavirus).

Otro tipo de apps, como Hypnopedia, actúa en el momento de sueño para promover pensamientos positivos. Si recorres la AppStore o Google Play, encontrarás una importante variedad de aplicaciones, cuyos mejores ejemplares son de pago.

Pero las tecnologías relacionadas con el sueño no se limitan a apps. Por caso, Sleepiz, una startup de Zurich, Suiza, creó un dispositivo del tamaño de una pastilla de Apple Tv, que se coloca a cierta distancia de la cama y, sin contacto, monitoriza movimientos del tórax y del abdomen para detectar apneas (pausas en la respiración, con frecuencia intercaladas entre ronquidos, que constituyen el trastorno respiratorio del sueño más común en el mundo).

Otro ejemplo es el de Onera, una startup dedicada a diagnósticos de sueño. La joven y promisoria firma con base en Estados Unidos, y cuya investigación tiene a Holanda como sede, desarrolla “parches” que se ven como banditas coquetas sin cables, capaces de trackear los patrones respiratorios de las personas por la noche y reunir información para establecer diagnósticos.

De su lado, Nixoah, una empresa de origen belga, busca validar una solución novedosa para tratar la apnea obstructiva del sueño. Dado que este problema es causado por una relajación anormal de los músculos de la lengua y de la garganta, el sistema llamado Genio consiste en un dispositivo que se ubica en la barbilla y estimula el nervio que controla la lengua y las vías respiratorias, evitando la alteración.

 

 

Útiles, pero con limitaciones

 

¿Qué opinan los especialistas del uso de tecnologías novedosas en este campo?

La investigación del NYT indica que “ninguna aplicación ofrece análisis del sueño objetivamente precisos y no puede replicar la experiencia de un laboratorio de sueño tradicional”. Sin embargo, sí pueden usarse para definir tendencias y patrones, y así ayudar a que las personas mejoren su sueño con el tiempo.

Celia García Malo, neuróloga especialista en sueño del Instituto del Sueño de Madrid valora la multiplicación de dispositivos relacionados con la salud, en tanto “ayudan a tomar conciencia de la importancia de mantener un estilo de vida saludable”. Sin embargo, “en lo que respecta a los trastornos de sueño, sabemos que no aportan una información 100% fiable”, alerta.

En nombre del instituto, Malo recomienda una consulta médica especializada. “Creo que todos los dispositivos pueden tener un lugar en nuestras vidas, siempre que nos ayuden a llevar una vida más saludable”, señala.

Eso no quiere decir que permitan eliminar a los especialistas, quienes advierten sobre varios aspectos en relación al uso de tecnologías. Según Malo, “existe un riesgo de que la persona se autodiagnostique y deje de acudir a la consulta médica, algo peligroso y totalmente desaconsejado”.

Por otro lado, alerta sobre la obsesión en relación a los datos que ofrecen los dispositivos, y que esa excesiva preocupación por el sueño produzca el efecto contrario, al elevar la atención a niveles incompatibles con el buen descanso.

“Vemos casos en los que la persona acude simplemente porque el dispositivo indica sueño de mala calidad o sueño insuficiente, y en cambio cuando preguntamos a la persona directamente nos dice que se siente bien, por lo tanto en este caso no podemos hablar de un trastorno de sueño”, dice la neuróloga.

Los especialistas indican que la cantidad de horas que una persona necesita dormir depende de su demanda individual para tener una buena vigilia, algo determinado en gran medida por factores genéticos. Por eso, la mala interpretación de datos que surjan de herramientas pueden llevar a un autodiagnóstico errado.

Puertas coincide en las peculiaridades de cada caso y en la necesidad de intervención de un médico. “Por ejemplo, una persona puede tener insomnio por un reflujo gastroisofágico por la noche del que no es consciente”, explica.

 

 

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