¿Tu startup es una Walking Dead? Sí, Halloween ya pasó, pero unas semanas de parada y reflexión pueden venirte muy bien para evaluar dónde estás y si ha llegado el momento de decirle adiós a tu proyecto.

El concepto de empresas zombis fue acuñado por Javier Megias hace algunos años, en su aconsejable blog sobre emprendimiento. Se refería, básicamente, a las empresas que deambulan por el ecosistema empresarial como los muertos vivientes de la serie y de los cómics, sin un rumbo fijo, vagando en mitad de la nada, acercándose a cualquier tumulto y, debido a sus necesidades primarias, con poca capacidad de raciocinio. Empresas que han perdido su motivación y se encuentran con un hilo de vida, a punto de extinguirse.

Desde que se pusiera el foco sobre esta problemática, la startupización de la economía ha traído consigo modelos muy plausibles, pero también un gran número de empresas que terminaron naufragando, quedando inoperantes, legalmente activas pero liquidadas en su ejercicio práctico. Dicen las estadísticas que este tipo de empresa ha aumentado en la última década.

En este artículo, analizaremos los principales síntomas que pueden convertir a una empresa en un proyecto zombi, daremos 6 consejos con los mecanismos para desactivarlos y tener las máximas opciones de supervivencia. Como siempre sucede, lo mejor es estar preparado por si llegara una situación así y tener consignas muy claras para salir del rebaño zombi.

 

Síntomas Walking Dead y cómo prevenirlos

1. Ventas que no suben y estancamiento de la inversión

Si la empresa lleva tiempo operando y el modelo de negocio no presenta una inercia positiva, donde existan progresos evidentes (asentamiento del producto en su sector correspondiente, reconocimiento de marca, popularidad entre los empleados, repercusión social y económica, etc.), entonces corre el riesgo de estancarse, sino ha sucedido esto ya.

Una señal evidente de parálisis es esa foto fija en la que ni ventas ni ingresos suben, y no se acercan inversores o stakeholder para interesarse por la actividad de la empresa.

En este caso, de nada sirve negar la realidad. Algo está fallando en el producto o servicio o la manera de venderlo. Puede que no sea lo suficientemente atractivo. Aunque nuestra idea fuera buena, los condicionantes externos pueden hacer que un producto o servicio no se integre en el mercado. Fuera egos. Es la hora de hacer una evaluación interna.

Cómo prevenir

Como ya hemos visto en StartPoint, el método Lean Startup trabaja el lanzamiento productos y servicios basándose en el aprendizaje validado, la experimentación científica y la interacción con el cliente. Es una solución preventiva, pues ahorra gastos y mejora la productividad. Convencer al equipo de implementarlo y adoptarlo como metodología fija es una primera e importante tarea en el “debe” del CEO.

Pero más allá de metodologías específicas, analiza bien el ciclo de vida de tu producto e identifica en qué está fallando, por qué no conecta con tu buyer persona  y qué características pueden otorgarle nuevas potencialidades. Hay que actuar y cambiar el paradigma.

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2. Demasiadas reuniones interminables

La vida de una empresa se realiza de cara al ecosistema con el que trata: clientes, partners, stakeholders. Siempre son necesarias las reuniones internas para planificar el trabajo, pero si terminas dedicando más tiempo a debatir estrategias que a implementarlas, entonces es que las cosas no van demasiado bien.

La empresa debe dedicar su tiempo al trabajo efectivo, no a divagar entre cuatro paredes. Si pasas el tiempo en una reunión en bucle, eterna y agobiante, donde las caras de las personas presentes lo dicen todo, mala señal.

Cómo prevenir

La clave es analizar nuestro modelo de reuniones, los roles que distribuimos en las mismas, el tiempo que le dedicamos y establecer si las conclusiones que sacamos de cara al trabajo son las correctas. Hacer un trabajo «Marie Kondo». Y después, procurar su máxima eficiencia.

Cada miembro del equipo debe tener claro para qué se reúne, qué tareas se lleva de la misma y cuáles son las labores posteriores para implementarlas. En el mundo del emprendimiento, como ya sabemos, no hay tiempo que perder.

 

3. Giros en la estrategia muy frecuentes

Una cosa es pivotar, y otra girar en bucle. A menudo, cuando el negocio no funciona, los líderes de las empresas imponen cambios bruscos en la estrategia, esperando que con esa decisión la compañía resurja en poco tiempo.

La impaciencia por obtener resultados asociados a ese nuevo rumbo puede provocar que afloren los nervios y gire de nuevo la estrategia, y si la coyuntura no cambia de forma inminente, gire de nuevo, provocando así un efecto peonza. Pero la impaciencia y la precipitación suelen ser malas consejeras. Es una obviedad, pero no está mal recordarlo: también los cambios necesitan tiempo.

Prevención

Es infrecuente que las empresas pivoten más de una vez su estrategia de negocio (no así la de producto). Si tu proyecto empresarial está pidiendo un cambio, tómate el tiempo que necesites para redefinir su rumbo. Estudia, evalúa, testea, prueba y, cuando lo hagas, toma una decisión.

Ten en cuenta que esa decisión exige firmeza, convicción y valentía. Una vez decidas qué nuevo rumbo tomar, conviértete en gran defensor del cambio y piensa en positivo. Lo más difícil es tener claro el cambio que necesitas.

 

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4. Líder cabizbajo o enclaustrado en el despacho

Enclaustrarse en el despacho, acelerar el paso cuando te cruzas con los demás miembros del equipo y evitar hablar de la situación que pasa la organización son síntomas que generan desconfianza y runrún oficinesco. No des alas a esa posibilidad.

Antes de caer en el aislamiento y la opacidad, es mejor hablar con los miembros del equipo que pudieran verse afectados con transparencia, honestidad y sensibilidad. Luego, hacer causa común y trabajar con ahínco para superar el momento.

Prevención

Una buena técnica preventiva es formarse en cuestiones de liderazgo desde la fase embrionaria de la idea de negocio. Ser un buen líder no es sencillo, pero se pueden entrenar las habilidades necesarias. Estos consejos sobre liderazgo podrían orientarte y si quieres conocer los diferentes tipos de liderazgo y alguna cuestión clave más, puedes leer este artículo de HubSpot.

Los grandes líderes de la historia han sido aquellos capaces de superar situaciones complicadas. Los periodos de dificultad hay que asumirlos con naturalidad y aprender a relativizar los problemas.

Ante los problemas, cabeza fría, prudencia, claridad de ideas y pasos firmes. Un buen líder es capaz de ser referencia en los procesos de crisis y convencer del camino a seguir. Mejor ser Rick, que el primero de los zombis. Esconderse no es una opción.

 

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5. Vaivenes del personal de la empresa en un reducido espacio de tiempo

Si la empresa se convierte en una pasarela de profesionales de distintos departamentos que entran y salen del proyecto, o si se contratan a profesionales esperando un efecto mesiánico, la empresa está en serios problemas.

Si las esperanzas de reconducir la situación se depositan en gran medida en terceras personas antes que en los propios profesionales implicados, es que estás perdiendo el control.

Cómo prevenir

A la hora de incorporar o prescindir de algunos profesionales, antes que tomar decisiones precipitadas, cabe realizar un estudio de productividad y hablar con los jefes de departamentos. Implicarlos en los cambios, atender a sus necesidades y tomar decisiones desde una visión panorámica.

Una vez realizado este estudio, se trata de reforzar los puntos fuertes del modelo de negocio, prescindir de gastos superfluos o que no aportan al rendimiento de la compañía y no cargar milagros a la espalda de nadie.

En definitiva, apuesta a caballo ganador los recursos invertidos. Asegura su impacto.

 

6. Desazón vital

Si te levantas desde hace tiempo con desgana, no te motiva tu trabajo ni seguir intentando que emerja tu proyecto; si te cuesta salir de la cama y dirigirte a tu trabajo, ojo, podríamos estar ante la hora de reconocer el final. A veces, es la única forma de seguir adelante.

Prevención

Dedícate a un proyecto que te apasione, donde puedas encontrar motivaciones constantes. Comparte responsabilidades, de manera que te haga sentir que estás en un proyecto colectivo, no unipersonal. Rodéate de profesionales que además de capaces, sean buenas personas.

Pero si nada esto es suficiente, si las cuentas no cuadran y ya no te quedan más fuerzas, ha llegado el momento de plantearse el final del proyecto. No pasa nada. Nadie es menos que nadie por pasar apuros. Nadie queda inservible por un fracaso empresarial. Haz capítulo de lo vivido, aprende del error y vuelve con fuerza. La vida está llena de segundas y terceras oportunidades.

 

Un ejemplo: la vida después de Walking Dead

Del fracaso se aprende y queda su conocimiento. Lluc Martí Fibra, que no obtuvo los resultados esperados con PlacTherm, un concepto de calefacción inteligente por el suelo, contaba a este blog para startups StartPoint lo que finalmente quedó acerca de su experiencia del mal llamado fracaso emprendedor:

(…) descubres otro mundo de emprender que nadie te ha explicado y que ya no hace tanta ilusión. (…) Pero por muy negro que se vea todo, ¡se sale! Tal como se consigue poner distancia y permitirse cerrar la puerta, te das cuenta de todo lo aprendido y crecido en el proceso. Y en nada… el gusanillo de emprender vuelve a salir, somos bichos raros e irracionales.

«Recientemente hemos terminado con el proceso concursal. Tras dos adquisiciones fallidas last minute (con DD (due diligence) pasadas positivamente) y que la aventura me empezara a consumir, decidí salirme del día a día para dejar paso a «aire fresco» (perdiendo el 50% de mis participaciones) quedándome en el consejo y como socio inversor.

Fue una decisión muy complicada. Es dejar atrás cuatro años completos de tu vida, todos tus ahorros y lo peor, un sueño. Pero uno no puede seguir pensando o tomando decisiones por lo que ha apostado e hipotecarse (ya sea financieramente, en ilusiones, o el día a día) por una apuesta de cuatro años atrás.

Quedan muchos más libros por escribir y hay que atreverse a cerrar uno para poder abrir el siguiente. Tras mi marcha y con ánimos renovados, la empresa casi consigue una adquisición fallida (el tercer intento), tras la cual se decidió decir: «hasta aquí» (sin un gran socio industrial, era imposible la economía de escala que requería el proyecto).

Ahí descubres otro mundo de emprender que nadie te ha explicado y que ya no hace tanta ilusión.

Pero por muy negro que se vea todo, ¡se sale! Tal como se consigue poner distancia y permitirse cerrar la puerta, te das cuenta de todo lo aprendido y crecido en el proceso. Y en nada… el gusanillo de emprender vuelve a salir, somos bichos raros e irracionales».